Es muy común oír a los padres de familia hablando al bebé como si ellos también lo fueran, esto es, utilizando un vocabulario y un tono de voz infantilezco. En cierta forma, es natural que nos salga un tono de voz abebado cuando conversamos con nuestro bebé, pues nos causa ternura y sentimos que llamamos más su atención que cuando le hablamos con nuestro propio tono de voz.
Eso no es gran problema. Lo que sí es un problema es cuando utilizamos un vocabulario no apropiado sólo por querer hablar como ellos porque nos causa gracia o ternura, como por ejemplo, "luenga", "Yo no sabo".
Los bebés y niños van desarrollando su lenguaje según lo que van escuchando en su entorno. Primero, solo son receptores, pero luego empiezan a emitir sonidos tratando de reproducir las palabras que siempre han escuchado.
Si su entorno les enseña a hablar mal o a utilizar un tono abebado, no sólo tendrán problemas de lenguaje, sino también problemas sociales, puesto que los niños suelen burlarse de los errores o dificlutades de los demás.
Mientras más rico haya sido su entorno lingüístico, más vocabulario tendrá y por lo tanto, mejor será su nivel de comprensión y su proceso de aprendizaje.
Un niño que se retrasa en la comprensión del lenguaje, lo hará en el desarrollo del habla y en la lecto-escritura, lo cual le podrá generar un fracaso escolar.
Por eso es recomendable hablarle al pequeño desde siempre, utilizando el lenguaje y vocabulario apropiados.
Es muy importante que los padres (y los adultos en general) eviten utilizar en presencia de los niños el llamado "lenguaje soez" (tacos, malas palabras, groserías, etc.) Así el niño evitará utilizar ese lenguaje y no habrá necesidad de castigarlo ni reprenderlo por ello.
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