Casi siempre los hijos piensan que sus padres prefieren a uno de sus hermanos en particular. Al mismo tiempo, los padres afirman que quieren a todos los hijos por igual. Pero, ¿Cuál es la verdad? Ambas son verdad. Es muy frecuente que los padres favorezcan o prefieran a uno de los hijos.
En algunos casos se le da más atención al más pequeño o más débil, o más regalos y ropa al hijo más exigente, o más tiempo a quien se encuentra más necesitado. En la mayoría de casos, el tratamiento especial hacia alguno de los hijos es de corto plazo, pero puede afectar a los demás hijos.
También está el factor afinidad. Es normal que haya mayor afinidad hacia alguno de los hijos, por ejemplo, la afinidad de carácter o afinidad de género.
Cada hijo desea ser lo más importante para sus padres y por lo general son muy sensibles a todo lo que consideren desigualdad. Para los padres es difícil repartir equitativamente la atención, ya que conforme van creciendo los hijos, surgen nuevas necesidades.
En realidad, manejar a los hijos con igualdad, significa darle a cada uno lo que necesita de acuerdo a sus debilidades o fortalezas, y no, lo mismo en cantidad.
Sin embargo, los hijos entienden " la igualdad" como que todos merecen lo mismo, por ejemplo, si ven que los padres permiten a un hijo acostarse más tarde, significa que lo quieren más.
Por lo general, el hermano mayor querrá que lo traten igual que al menor, y el menor siente culpa por la atención que le dan sus padres. La única solución es conversar con los hijos. Por ejemplo, podríamos decirle al mayor que su hermano menor necesita ayuda para vestirse, al igual que él la necesitó cuando tenía la misma edad, y eso no significa que se le quiera más.
Para evitar estos sentimientos de injusticias, es importante dedicarle un tiempo especial a cada uno de ellos y estar atentos ante cualquier sentimiento de rechazo. Conversemos mucho con nuestros hijos y siempre digámosles cuánto los amamos y lo especial que es cada uno de ellos para nosotros.
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