Toda pareja tiene la ilusión de quedarse unidos hasta que la muerte los separe y criar a sus hijos dentro de un hogar constituído, educándolos con los valores que la sociedad propone como buenos.
Sin embargo, no siempre sucede esto, y lamentablemente, la pareja atraviesa momentos sumamente difíciles.
En estos casos, lo recomendable es que la pareja asista a una terapia donde puedan comunicar sus puntos de vista y, en el mejor de los casos, llegar a conciliar.
La última opción debe ser la separación o el divorcio.
Jamás metan a los niños en sus problemas ya que ellos son los que siempre se llevan la peor parte. Los niños aman por sobre todo a sus padres; ellos son sus héroes, sus ídolos, la perfección hecha hombre y mujer. Por eso, decirles que se odian, que no se soportan y que por eso se van a separar no es una buena alternativa.
Siempre lleven sus peleas a entornos lejos de los niños. Jamás hablen mal el uno del otro con sus hijos y nunca intenten tenerlos como aliados; eso sólo crea resentimientos, odios y tristezas profundas en los niños.
Demuéstrense respeto mutuo frente a sus hijos y hablen siempre bien el uno del otro con ellos.
Y sobretodo, recálquenles que por más que hayan decidido vivir en casas distintas, sus hijos tienen su amor incondicional y que siempre pueden contar con ustedes para lo que necesiten.
Sean amigos, concilien, respétense. Eso hará que el divorcio o la separación no sea tan fuerte para sus hijos.
Por último, es importante que conversen con sus hijos y que les expliquen que por ninguna razón ellos deben sentirse culpables de la separación; que los aman con todo su amor.
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